Era un dardo agudo, podríamos decir, de la aljaba judía, pero dirigido por la mano del Señor. Porque leemos en el Talmud (Shabb. 153 a, línea 16 y ss. desde arriba) que un rabino dijo a sus discípulos: «Arrepentíos el día antes de la muerte»; y cuando los discípulos le preguntaron: «¿Puede un hombre saber cuál es el día de su muerte?», él replicó que precisamente por ello debían arrepentirse aquel mismo día, para estar seguros en caso de que murieran el día siguiente. Y, así, todos los días son el
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